Jamás hombre alguno perdió algo en mi estimación por tener un remiendo en sus ropas; mas estoy convencido de que prevalece una mayor ansiedad por vestir ropas a la moda(…) que por tener una conciencia equilibrada.
Por eso digo, cuidado con todas esas actividades que requieren ropa nueva, más que un nuevo portador de ropa. Si no hay un hombre nuevo, ¿cómo puede hacerse que encaje el nuevo atuendo? (....) Lo que todos los hombres desean no es algo con qué hacer, sino algo para hacer, o más bien algo para ser.
(…)¿en dónde habrá de ser un hombre tan pobre que, vestido con tal indumentaria, producto de sus propias ganacias, no ha de hallar hombres sabios que no le rindan una reverencia?
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