(éstos son dos fragmentos de las mil y una noches, de dos cuentos distintos. la traducción es de julio samsó)
(Un
pescador liberó a un genio y este intentó matarlo. Después de volver a
atraparlo en la botella)
El pescador
le tomó juramento de que, si lo dejaba libre no le haría jamás daño, sino, por
el contrario, le beneficiaría. Cuando tuvo confianza en su juramento y sus
promesas y se lo hubo jurado por el Gran Nombre de Dios, el pescador le abrió. Entonces
el humo empezó a subir hasta que salió por completo y se convirtió en un ifrit de aspecto horrible que le pegó un
puntapié a la botella y la arrojó al mar. Cuando el pescador vio que había
echado la botella al mar, se convenció de que iba a morir, se orinó en sus
vestidos y se dijo: “Eso no es buena señal”.
(…) el
pescador volvió al río, echó su red y espero pacientemente; luego tiró una
cuerda y sacó la red. Con ella salió una caja cerrada muy pesada. Al verla, el
califa la examinó, comprobando que pesaba, y le dio los cien dinares al
pescador, que se fue. Masrur y Djafar levantaron la caja y la llevaron a
palacio, en compañía del califa. Allí encendieron las velas y la depositaron
delante de al-Rashid. Djafar y Masrur, entonces, se acercaron a la caja y la
rompieron, encontrando en su interior una cesta tejida con hojas de palma y
cosida con lana roja. Al romper los hilos vieron un trozo de alfombra. Lo levantaron
y encontraron debajo un velo, y, al alzar éste, descubrieron el cuerpo
descuartizado de una muchacha que parecía un lingote de plata. Al mirarla, al
califa le resbalaron las lágrimas por sus mejillas. Se dirigió a Djafar y le
dijo:
-¡Perro ministro! ¿Acaso en mi
tiempo se mata a la gente y se la echa al río, gente que está bajo mi
protección? ¡Por Dios que vengaré a esta muchacha y acabaré con el que la mató!
¡Por mis vínculos familiares con los califas albasíes te juro que si no me
traes al que la asesinó para que yo pueda hacer justicia, te crucificaré a la
puerta de mi palacio junto con cuarenta primos tuyos!
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