Pesaba
demasiado, y yo asumí que cargarla era obligación sólo mía. Después de llevarla
un trecho, mis piernas se doblaron, el peso se ladeó y cayó una parte. Ahora
entiendo que, para ser soportable, la carga se reparte. Tú no me ayudaste, lo que sobra en las
separaciones es el silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario