7.10.13

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Si algo detesto es cuando la gente se vuelve impulsiva en el peor sentido de la palabra, cuando se vuelven peor que animales.

Cuando las personas se ponen ansiosas o nerviosas, se bloquean y reaccionan instintivamente. En tales reacciones hay muchos errores. Hay crueldad, violencia. Irracionalidad.

Un ejemplo muy sencillo podemos verlo al manejar, las personas no se dejan rebasar o impiden entrar a la fila, no piensan, sólo hay que verles la mirada. Es una mirada automática, instintiva.

El Yo es como un conductor que dirige un auto con un motor muy potente, al que le fallan los frenos y donde el acelerador se atora, además tiene que luchar con el difícil camino que la realidad le pone delante. No es el conductor más hábil ni conoce todos los caminos. Pero es el encargado de llevarnos.

Cuando las personas se vuelven irracionales los detesto tanto que podría decir que los odio. Odio su crueldad, su prepotencia, su fuerza bruta.


Sin embargo el Yo, el conductor, me pide que respire y trate de comprender que están fuera de sí.

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