Esta crisis del sector educativo
(gracias, crisis) revela un rasgo del carácter mexicano: la dependencia.
Antes del paro de los maestros,
una amiga que estudia el bachillerato me dijo que iban a hacerle un homenaje al
presidente municipal, y eso supongo que no era visto por la sociedad como una
pérdida de tiempo. O nuestros famosos puentes. Que quede claro que no metería
las manos al fuego por el magisterio, pero tengo bien claro que no espero nada
bueno del gobierno.
Muchos padres se quejan de que
los chicos están perdiendo clases, pero yo verdaderamente no creo que ésa sea
su preocupación, si esto fuera cierto, participarían en la educación de sus
hijos. Pienso que más bien es que sus hijos les estorban. Requieren tiempo y
esfuerzo, como cualquier relación humana, pero, por la proximidad de la relación,
no podemos deshacerla tan fácilmente, como por ejemplo rompemos con alguna
pareja o una amistad. La idea de las escuelas de tiempo completo no es más que
renunciar a toda responsabilidad, deshacerse de ellos.
La educación en México no ha
enseñado al alumno a ser independiente, a ver el conocimiento como algo necesario
(el trabajo es necesario, sin él desesperaríamos, dijera Pascal), acuciar su
curiosidad natural y entrenar su capacidad de búsqueda. Los muchachos –hablando
de secundaria y bachillerato, que ya podrían dar sus primeros pasos– siguen
siendo dependientes de la escuela. “Necesitan que los arreen” es la expresión
popular. Nunca van allá de lo que se les da. Todos participamos
en la educación y fomentamos este rasgo.
No es que la educación académica
sea la única culpable de fomentar esta actitud, es que es un reflejo de la
sociedad mexicana. Desde siempre nos han gustado los líderes, los caudillos, esperar a que
el gobierno haga las cosas por nosotros. Y este padecimiento se refleja en
muchos ámbitos: en la escuela, en la acción política, en las relaciones humanas. Que el otro sea el que decida, que el otro sea el que haga.
Seguimos siendo niños.
Seguimos siendo niños.
¿Cuál independencia podríamos
festejar?
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