¡Escuchen!
Si se encienden
las estrellas
¿no será
porque alguien las precisa?
¿No será porque
alguien desea que existan?
¿No será
porque alguien llama perlas a esos diminutos escupitajos?
Y, sollozando
inconteniblemente,
entre la
ventisca y el polvo de mediodía,
irrumpe en el
lugar donde está Dios,
temiendo haber
llegado tarde,
llora,
besa su mano
robusta,
y le implora
¡que siempre
haya una estrella!
Y jura
que no soportaría
el tormento de vivir sin ellas.
Y después
se paseará
alarmado
aunque sereno
en apariencia.
Y preguntará a
un amigo:
¿No te sientes
mejor ahora?
¿Verdad que ya
no temes?
¡¿No es
cierto?!
¡Escuchen!
Si se encienden
las estrellas
¿no será
porque alguien las necesita?
¿No será
porque es indispensable,
para que cada
tarde,
sobre los
tejados,
se encienda al
menos una?
V. Maiakovski
trad. de J. M. Prieto
1 comentario:
Vivir sin estrellas.
Mmh. Esta idea tiene potencial terrorífico.
Saludos.
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