Me acabo de enterar que cierra la
librería ‘el árbol de lectura’, aunque nunca fue de mis favoritas, la neta sí
siento gacho.
Dicen que hay descuentos chidos,
es curioso, pues la conocí cuando abrió y traía muchos saldos, de hecho ahí
compré varios libros de REI, entre ellos el
cid, del corneille, que después leeríamos para literatura europea (tenían uno
de historia de las literaturas eslavas, que no compré por codo, chingao).
José luis me dijo que uno de los
retos que nos iba a tocar era cómo enfrentar a estas nuevas generaciones que ya
no leen, ni siquiera las pertenecientes a la facultad de letras. Y cuando intelectuales
como Eco dicen que el libro no va a desaparecer me suena más a buenos deseos
que perspicacia o verdadera conciencia del problema. Saber mucho no significa comprender.
En la pasada feria del libro me
topé de nuevo a la chica que dirige otra librería -unos días antes había
pensado en pasar a decirle que se acordara de mí (pues le había dejado mi cv)-,
le dije no seas mala onda, cuando se abra un güequito, ténganme en cuenta; me
dijo, claro, pero es que las ventas no han estado así como que muy buenas, no
has pasado por la librería? Casi no tenemos material.
¿Qué decir a los libreros que
cierran o de los intelectuales que prefieren ver la tv a abrir una novelita desas
que hacían en el siglo xix?
3 comentarios:
Sí, cabrón. Eso mismo; no es de las favoritas, pero se siente feo... Hay que echarles la mano con la liquidación, ¿no? ¿Te paso un quinientón y mescoges un itacate chido, ¿cómo ves?
sipo, mañana mecho una vuelta y te aviso qué onda, saz?
:S
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