1.5.11

El detalle del brassiere



Por ahí del segundo 39-40 hay una escena que me late, lo que me interesa no tarda más de un minuto. Aparece una prostituta sola en su cuarto, está en ropa interior, de repente se abre la puerta, ella emite un gritito (muy chido) y entra el personaje de pedro, se apena y se tapa, él dice ‘no se preocupe, mis ojos no la ven con ofensa’, y actúa naturalmente. La prostituta siempre se ha referido a sí misma como sin valor, incluso se llega a decir basura, esta escena es chida porque le da continuidad al personaje, permite vislumbrar el cambio que se dará, es decir, al final ella desaparece, pero en la carta que deja le dice que no tiene que preocuparse más por ella, que ya no se dedicará a esa actividad. El que ella se sienta avergonzada anuncia que se empieza a considerar a sí misma como persona, pues dice ‘nunca la había sentido’. Su vestido era negro, ahora tiene uno nuevo.

2 comentarios:

La señorita verde dijo...

La vida es como un niño, que juega por capricho con nuestro gran dolor.

Siempre que dejo propina me acuerdo de esa película.

El Clavado dijo...

yo orita pienso que La vida como tal no existe, más bien nuestra percepción de la vida, y como tal, no puede jugar con nosotros. es decir, dentro de todo ese conjunto de acontecimientos que nos tocan, algunos son ocasionados por nosotros, otros se nos atraviesan, pero sin intencionalidad propia.
esa es mi idea por el momento.
(aunque no entiendo bien qué tiene que ver esto con el post :p )

y sí, cómo no acordarse dese detalle de las propinas (y de rosita arenas).
saludos.