Franny se quitó la mano de la frente.
-Lane, por favor, no seas así.
-Yo no estoy....
-Estoy perdiendo la cabeza -dijo Franny-. Estoy harta de yo, yo, yo. Mi yo y el de los demás. Estoy harta de que todo el mundo esté siempre tratando de llegar a un sitio, de hacer algo importante, de ser interesante. Es repulsivo...., lo es. No me importa lo que digan los demás.
Lane enarcó las cejas al oír esto y se apoyó en el respaldo, a fin de disparar mejor su dardo.
-¿A que te asusta la competencia? -insinuó con estudiada lentitud-; no sé mucho de estas cosas, pero apuesto doble contra sencillo a que un buen psicoanalista, uno bueno de veras, interpretaría eso que has dicho....
-No me asusta la competencia. Muy al contrario. ¿No te das cuenta? Lo que me asusta es tener que competir, eso es lo que me asusta. Por eso dejé la sección teatral. El que esté tan acostumbrada a aceptar las conclusiones ajenas, el que me gusten los aplausos y la popularidad no quiere decir que tenga yo razón. Me da vergüenza. Estoy harta. Harta de no tener el valor de ser un Don Nadie. Estoy harta de mí misma y de todos los que quieren impresionar a la gente. -Hizo una pausa y bruscamente cogió el vaso de leche y se lo llevó a los labios-. Ya lo sabía -dijo, volviéndolo a posar-. Es algo completamente nuevo. Los dientes me hacen daño. Castañetean. Casi rompí el vaso en el que estaba bebiendo anteayer. A lo mejor es que estoy completamente loca y no me doy cuenta.
D.S.
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