2.5.12

los ojos de los pobres

Hay una escena de una película donde, después de que a unos luchadores sindicales les roban la lana para un viaje que se ganaron, logran identificar a uno de los ladrones y lo aprehenden, entonces se enfrentan y el pobre dice enfurecido ‘por qué habría de disculparme?! Porque te robé tu viaje? No, olvídalo!’ el protagonista agacha la mirada y se queda callado. Ésta sería una buena presentación de un debate, si no fuera porque aún eso se queda corto para el problema de la pobreza, que se desborda. Pienso que quiero contribuir al que el mundo sea mejor sin esperar cambiarlo. Sólo porque es mi decisión. Actualmente todo el mundo es pseudofilósofo y pseudocrítico, todos ‘tenemos una opinión’, pero en realidad no hacemos más que repetir muchas ideas. Foucault me cayó regordo desde que dijo que no era necesario que los filósofos vivieran según sus ideas. Allá él. Hay una rola de offspring donde dice que no es su culpa que el mundo esté hoy así y que no es él el que deja morir de hambre a los niños, sino que son problemas heredados, pero, si no hacemos algo, la inercia sigue haciendo su trabajo por nosotros. Como Rousseau idealizaba al ‘buen salvaje’, así se ha idealizado al ‘buen pobre’, contento donde está, aceptando sobras y sin poder de decisión. Una vez vi a un chico, de esos que están en los cruceros, que sé que es un drogadicto y un verdadero hijo de la chingada, tomar burlándose una fruta que le ofrecía una conductora, como diciendo ‘no mames con tu limosna’. Quieren lo que quieren, y no lo que uno se digne darles. Por qué habrían de conformarse con miserias si pueden arrebatar las cosas? Cada vez veo más como un verdadero azote el capitalismo salvaje, que no sólo se trata de acumular riquezas, sino también de formar esclavos. Y un medio muy efectivo para lograrlo es hacerlos pensar como esclavos. El director de la película susodicha ha sido muy cuidadoso al formar su escena, pero pienso que algo que podría decir una persona de la clase media acá en México es ‘y para qué querías el dinero? Para comer? Estudiar? Comprar libros? O para comprarte cervezas? Cigarros? Para construir una escalera que te saque del pinche hoyo o para hundirte más en él?’. Cuando leo que una persona vende un riñón para comprarse un ipad no me quedan dudas de lo poderosa que es el adoctrinamiento. En la secundaria, mi compañero de banca, al preguntarle a qué se dedicaba su papá me dijo ‘obrero de obras’, ah chingá, y qué es eso?, albañil?, ‘sí’, dijo con pena. Qué jodida la cultura que enseña a sentir vergüenza por dedicarse a algo honrado, aunque pobre, más bien eso lo deberían sentir los hijos de Slim. El verdadero desarrollo del ser humano no está en acumular propiedades, y pienso que es necesario renunciar a esa voluntad de siempre hacer más dinero. No porque sea malo, es necesario, pero que no se vuelva el objetivo principal de la vida. La clase media no tiene que aspirar a subir a la clase alta, sino nivelar las cosas y emprender un rescate de las clases bajas, o las cosas seguirán empeorando. Como dice el Fisgón, la idea de que con penas más duras se va a combatir el crimen es producto de la ideología neoliberal, apoyada por los empresarios. Los anuncios de valores de televisa hablan de fomentarlos, pero nunca de mejorar las condiciones de vida de los demás. Cuando veo que una banda de secuestradores quiere ganar $200 000 pesos en unos días, y una mujer trabaja en una zapatería de 9 a 9 por $1200 quincenales, no puede negarse que la categoría del mal existe en la pobreza y que es potenciada por la ideología. Un chingón es el que se brinca las trancas en lugar de ser el que respeta las reglas. Necesitamos una renovación de la educación, pero no sólo escolar o académica, sino también la familiar, popular, cotidiana. El cambio empieza dentro de cada uno, con lo que deseamos y escogemos.

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