2.2.16

Ahí les va mi despedida

Tiene tiempo que iba es escribir esto, pero apenas. Me mudo de espacio virtual. Gracias a los tres o cuatro lectores; al Polo, que fue quien abrió este espacio, y a los escritores ocasionales, hubo algunos textos que disfruté mucho.

Seguiré leyendo los blogs que leía y si alguien deseara continuar leyéndome, dejo esta puerta para cruzar.

En agradecimiento, una cita (digo en agradecimiento porque a mí me late un buen y la comparto con quien pase por aquí y la lea):

"Nunca he estado contento. Y, sin embargo, siempre me ha parecido que la alegría me escoltaba, que sus genios ligeros danzaban en mi contorno y que nadie los podía ver, excepto yo, cuyos ojos radiantes saltaban de gozo. Por eso, cuando feliz y dichoso como un dios paso delante de los hombres y ellos envidian mi suerte, yo me río…, pues desprecio a los hombres y me vengo. Jamás he deseado ningún mal a nadie, pero siempre he dado la impresión de que mi presencia ofendía a agraviaba a cualquier hombre que se pusiera a mi alcance. Por eso, cuando oigo los elogios que otros reciben por su fidelidad y por su rectitud, yo me río…, pues desprecio a los hombres y me vengo. Jamás mi corazón ha sido duro para nadie, pero siempre, precisamente cuando más conmovido estaba, he aparentado como que mi corazón se mantenía cerrado y extraño a todo sentimiento. Por eso, cuando oigo que otros son ensalzados por su buen corazón y veo lo amados que son por sus ricos sentimientos profundos, yo me río…, pues desprecio a los hombres y me vengo. Cuando me veo maldecido, detestado y odiado por mi frialdad y falta de corazón, yo me río y mi cólera se sacia. Porque, en definitiva, yo habría perdido si los hombres buenos pudieran ponerme en situación de que realmente no tuviese razón y cometiese alguna injusticia".   S.K.