27.11.11

días de combate

no conoces la desesperación hasta que aprovechas pa' comer la espátula con que guisaste.

20.11.11

El cielo, el viento, la hierba, las vacas paciendo, el público, las voces de ánimo, el lago, las novelas, la verdad, el pasado, la memoria...,

todas esas cosas, nada tenían que ver conmigo.

«No soy un humano. Soy una pura máquina. Y, como tal, no tengo que sentir nada. Simplemente, avanzo.» Así me convencía a mí mismo.... Si hubiera pensado que era un ser humano vivo, de carne y hueso, posiblemente el dolor me habría hundido a medio camino. Ciertamente, allí estaba mi ser. Y también estaba la conciencia de mí mismo, que es inherente a él. Pero, en ese momento, yo me esforzaba por pensar que esas cosas no eran más que, por así decirlo, meras «formalidades de conveniencia». Era una extraña forma de pensar, una sensación rara. Y es que allí había un ser con consciencia intentando negar esa consciencia....

«No soy un humano. Soy una pura máquina. Y, como tal, no tengo que sentir nada. Simplemente, avanzo.» Repetí esas frases en mi cabeza una y otra vez como si fueran un mantra. Las repetí maquinalmente, en el sentido más literal del término. Y me esforcé en aislarme y en reducir todo lo posible el mundo que percibía en esos momentos. Lo único que yo veía eran, a lo sumo, los tres metros de terreno que tenía por delante. Más allá no había nada. Mi mundo se acababa en esos tres metros. No necesitaba pensar en lo que habría tras ellos.... Llevar mis pasos tres metros más hacia delante: ése era el único sentido de mi humilde existencia....

h.m.